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Foto: Sandra Carbonero |
Fernando González es uno de los mejores banderilleros de Badajoz. Cada ruedo que pisa queda marcado por su lidia con el capote y su buen hacer con los rehiletes.
- ¿De dónde vino tu afición para dedicarte al mundo del toro?
- Por mi padre que ha sido
siempre aficionado y abonado aquí a la plaza de toros de Badajoz y me llevaba
de pequeñín. Ya un buen día con 9 años, dando vueltas por el Club Taurino, me
apunte sin que él supiera nada a la Escuela Taurina. Fue en el año 86. A partir
de ahí, como esto engancha, enganchado seguimos y seguiremos.
- Hay quien sólo conoce tu trayectoria como banderillero, pero no todos
saben que fuiste alumno de la Escuela Taurina de Badajoz cuando empezaba la
escuela.
- Justamente el año de la
inauguración de la escuela en 1986, estando de profesor Luis Alegría, Antoñete,
que siempre ha estado ahí con nosotros, y Manuel Santos “Pitillo”. Luego en el
escalafón de los novilleros sin picadores, quizás estuve muy poquito tiempo
porque entonces la escuela no estaba subvencionada ni había recursos y había
que buscarse la vida. Por aquí, por los pueblos de alrededor, lo que más había
eran festivales y corridas de toros y de rejones. Quizás pronto tomé la
decisión de hacerme banderillero, pero ahora no me pesa porque tengo juventud y
veteranía.
- ¿Ese fue entonces el motivo por el que decidiste hacerte banderillero
con tan sólo 18 años?
- Sí, porque con los pocos
tentaderos a los que íbamos no lo veía claro, el torear una becerra e ir de
tapias cada mes y medio y al no tener continuidad no lo ves seguro. Yo no me
veía seguro ni mucho menos. Entonces lo que me gustaba era torear y entrenaba por
aquí con los banderilleros que había por Badajoz. Un poquito arropado y
empujado por todos me hice banderillero en el año 95, que debuté en Fuentes de
León.
- ¿Cómo recuerdas tu debut como banderillero, hace unos 17 años, con
Juan Carlos Lancho?
- Con bastante incertidumbre y un
poquito intranquilo. Banderilleé el primer novillo como pude porque era el
primero que banderilleaba de nuestro amigo José María Marrón, que entonces era
empresario de la plaza. A partir de ahí, lo más importante de todo de todo es
poner interés, querer evolucionar, avanzar y perfeccionarse. Creo que lo hemos ido
consiguiendo y seguimos aprendiendo. Creo
que aquel día, aquel momento, por supuesto no se olvida nunca.
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Foto: Juan Pelegrín |
- ¿Quién o quiénes han sido tus espejos?
- Me ha gustado mucho fijarme en
Martín Recio, El Pali, Montoliú con el capote, que ha sido un gran banderillero
pero también un gran torero con el capote. También Luciano Núñez en los últimos
tiempos, que ya se retiró hace cuatro o cinco años tras ir con José Tomás. Aquí
en Extremadura también tenemos excelentes profesionales que se merecen torear
también con cualquier figura del toreo. Además, tenemos buenos toreros en
Badajoz de los que cada día aprendemos y admiro mucho.
- Comentabas antes que no te arrepientes de haber tomado la decisión de
hacerte banderillero.
- No me arrepiento porque fíjate
lo difícil que está, antes quizás menos, con la cantidad de matadores que hay,
poder acartelarte no solamente en las ferias importantes sino incluso en los
pueblos. A mí lo que me gustaba era torear y ponerme el traje de luces y es lo
que hago con continuidad y no me importa no tener la espada y la muleta en la
mano. Tampoco creo que hubiera tenido condiciones. Una vez al año la cogemos y
matamos el gusanillo en el festival de los banderilleros. Pero estoy contento
por esta parte, y vuelvo a repetir, que tal vez reúno experiencia por todos
estos años, veteranía y juventud.
- Lo has dicho antes, pero creo que hay que hacer hincapié en ello,
porque se dice que Extremadura vive ahora un momento dorado en cuanto a
toreros, pero hay que decir que también en lo referente a hombres de plata.
- Por supuesto que sí.
Extremadura esta ahora mismo y no sólo en ganaderías y en matadores de toros,
hay también excelentes profesionales y excelentes banderilleros. Hay algunos
que no son de aquí pero se han criado aquí, como Javier Ambel, José Luis Sierra
de Mérida, Miguel Murillo o Ismael Jiménez que lleva incluso más tiempo que yo
porque debutó un par de años antes que yo, entre otros muchos que se me
olvidarán. Todos estos están capacitados para ir con cualquier matador de
toros. Luego hay otros jóvenes que vienen detrás empujando, como son Fini o Juan
Carrasco, antes El Bache, que anda de maravilla. Esto no se va a acabar aquí ni
en cuanto a ganaderías, ni toreros, ni banderilleros.
- ¿Crees que está bien reconocida la labor de los banderilleros?
- Creo que más que no esté bien
reconocida, es que no se conoce bien la labor que desempeñan desde por la
mañana hasta que termina la corrida. Quizás sí nos gustaría que se reconociera
el trabajo que se hace en la plaza y no solamente allí, porque nosotros desde
que nos levantamos nos preparamos y entrenamos con la misma ilusión que
cualquier matador de toros o más. Se dan muchos premios al toro más bravo o a
la faena más completa, pero faltaría un poco más de darle un empujón y
reconocer a los toreros de platas porque somos también una pieza
imprescindible, y algunos más que otros hemos regado España con sangre, sudor y
lágrimas.
- El gusanillo de ser torero sigue ahí, porque te hemos visto hacer el
paseíllo en más de un festival.
- Toreros somos, partiendo de esa
base, que hay que puntualizarlo. Una vez al año nos gusta reunirnos y organizar
un festival con todo lo que ello conlleva, y de pasar ese nerviosismo y esa
cosa en la barriga un mes antes preocupados, igual que cuando eras un chiquillo
y verte otra vez anunciado en un cartel y con los compañeros de plata que
estamos aquí. El año pasado hemos toreado juntos Miguel Murillo o José Luis
Sierra. Hay toreros que me gustaría que matasen el festival algún año como Ismael
o Pablo Mérida. Ese gusanillo que hay, si no es en el campo, procuramos hacer
el festival y pasar un día a gusto.
- Se reviven muchos momentos, muchas ilusiones…
- Sí, porque es diferente de
estar salvaguardando la espalda del matador a ser tú ese día el que estés en
primera fila. Lo hacemos de manera simpática y sin intención ninguna de decir
aquí estoy yo y vamos a demostrar nada, porque si no lo demostramos en su día,
difícilmente ya. Tratamos de pasar un rato divertido y agradable y ver si somos
capaces de pegarle diez o doce muletazos al novillo y si no se los pegamos no pasa
nada, esperamos a otro año.
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Foto: Gallardo |
- Decimos que has participado en muchos festivales, pero hay que añadir
que todos son solidarios, que siempre te implicas en todas las causas, porque
por ejemplo en el festival de noviembre de Alcúescar también participaste en la
organización.
- Todos los años intentamos
hacerlo. Algunos que otros por tiempo, por compromiso o por lo que sea, no
quieren coger la batuta de la organización del festival. A mí me gusta siempre
supervisarlo y que las cosas salgan bien. El año pasado fue ya la séptima edición
y esperamos que haya muchas más y siempre de carácter solidario, porque
nosotros no queremos dinero para nosotros. Siempre hay que buscar un fin
benéfico en la localidad para que el pueblo se implique para que el dinero que
se saque en la taquilla sea para esa causa.
- ¿Tienes algún recuerdo especial de alguna plaza?
- Tengo varios. El año pasado
disfruté mucho yendo a Santander acompañando al maestro Ferrera con la corrida
de Victorino a la que le cortó una oreja. También en Pamplona, que he toreado
en varias ocasiones. En el año 2010, el toro al que le cortó la oreja el
maestro Ferrera, que fue el que me tocó lidiar y fue el de más peso de toda la
feria. Otra plaza a la que me apetece mucho siempre ir es San Sebastián porque
me encanta desde que empecé a ir en los certámenes con Ambel Posadas hace ocho o
nueve años. Badajoz, que aunque es una plaza con menos repercusión que las
otras, es una plaza en la que parece que estás en el patio de tu casa pero
vienes con más responsabilidad. Y Sevilla, que tengo una anécdota muy bonita y
cuando voy por allí me lo recuerdan algunos profesionales. Fue un año que fui
con Javier Solís y lidiando un novillo que el público de Sevilla me jaleó
bastante y me pegó una ovación muy fuerte que incluso me asusté.
- ¿Cómo es la preparación de un banderillero?
- Por la mañana haces ejercicio físico.
Sales a andar o a correr. Nos juntamos en la plaza de toros y tenemos aquí el
carretón al que banderilleamos y otro más pequeñito al que toreamos con el
capote. Hay que tener muchas horas el capote en las manos y torear muchísimo de
salón. Para hacer piernas nos cruzamos la plaza de una punta a otra andando para
atrás. Pero para tener eso controlado, si se puede estar veinticinco horas al
día con el capote de brega en las manos mejor. Por la tarde acudimos a los
tentaderos con los toreros que te requieren y matando toros a puerta cerrada en
el campo.
- ¿Este año vas con algún torero o vas por libre?
- El matador con el que fui el
año pasado, El Capea, no va a hacer temporada en España porque va a centrar su
temporada en América. Y este año torearé también con otros amigos con los que
he toreado siempre como Javier Solís, Julio Parejo y todo aquel que quiera que
esté al lado suyo. He toreado algunos años colocados y otros años suelto con
diferentes matadores y no me puedo quejar en ese aspecto porque estoy muy
agradecido a todos los toreros que se han acordado, sobre todo a los
extremeños, que nunca me ha faltado estar al lado suyo.
- ¿Hay algún torero en especial con el que te hubiera gustado o te
gustaría ir a sus ordenes? Digo te hubiera gustado por si es de otra época y no
hemos coincidido con él.
- He tenido el gusto de torear
con el torero que más toreó en el siglo XX, que fue “El niño de la Capea” en
muchísimos festivales y ha sido una gozada y un privilegio poder actuar a sus
órdenes. Con el maestro Ordóñez, un referente para tantos, con el maestro
Camino, por decir alguien de otra época. Ahora quizás con Enrique Ponce y con
Morante. Son quizás los sueños de todos los que nos vestimos de plata.
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Foto: Arjona |
- Creo que la plaza de aquí, de Jerez de los Caballeros, te trae buenos
recuerdos porque en 2010 reapareciste aquí tras un grave percance.
- Sí. Me rompí el brazo en un
festival en Calamonte y ahí en Jerez de los Caballeros fue la primera vez que
actué después de la fractura de cúbito que me fastidió la corrida de Victorino
de Sevilla con Ferrera. Ahí en Jerez de los Caballeros en ese mano a mano con
Talavante y con los puntos fresquitos volvimos a pisar la arena.
- ¿Qué balance haces hasta ahora de tu trayectoria como banderillero?
- No me puedo quejar. Me hice
banderillero de cero con tesón, con muchas ganas de aprender y con ilusión y
afición. Aquí hay que empezar desde pequeñito a mover los trastos. Si hubiera
empezado yo a torear con la edad mía hubiera sido diferente. El haber pisado
las plazas que he pisado con el maestro Javier Solís, que corrí todas las
ferias, al igual que con Ambel Posadas, con Antonio Ferrera. Quizás la
temporada más fructífera y la que más alimentó mi carrera fue la de 2010. Sumé
ocho o diez corridas de Victorino y dos de Adolfo que mató Antonio Ferrera, al
que le estoy muy agradecido porque me trató fenomenal. Creo que ha sido
positiva, lo que pasa es que todos los años no son iguales y años mejores y
otros peores. Pero la máxima es siempre ilusión y preparación, igual que los
matadores que esperan su momento que les llegue, pues igual nosotros.
Sandra Carbonero